
Hoy, 12 de mayo de 2012, se cumplen tres años de la muerte de Antonio Vega. Precisamente estos días ve la luz un álbum con su firma, Antes de haber nacido, que recoge temas en directo de su última gira. En mi época de periodista rítmico tuve el inmenso honor de entrevistar a este gran artesano de canciones en las tareas de promoción de cada una de sus colecciones en solitario. La de junio de 1993 fue especial. La primera. Frente a frente con el creador. Yo contaba solo 23, él doce más (nos dejó a los 51, medio siglo frenético). En una terraza sevillana. Con toda la tarde por delante. Tras la charla sobre el disco en cuestión le sometí al mismo cuestionario –con leves variaciones– que hice durante años a tantos artistas con suerte desigual. Antonio me dejó hechizado. A tal punto que le pedí que garabateara la carátula de su disco, algo que he solicitado muy pocas veces. La frase que me escribió, la misma que ilustra estas líneas, viaja conmigo desde entonces. Incluso conservé las grabaciones de aquella charla y las que vendrían después. Cintas que nunca escucharé, pero que me acompañarán hasta el final de los días en mi museo bajo llave.
Hoy recuerdo a un artista intimista, de rostro afilado, siempre en evasión, librando eternamente su batalla recóndita. Mientras escribo suena su voz en itunes: Lucha de gigantes, Una décima de segundo, El sitio de mi recreo… La banda sonora de mi juventud. Y pienso en él divisando con los ojos cerrados infinitos campos. Reproduciendo íntegramente aquella entrevista. Nadie como Antonio Vega para dotar de electricidad a la poesía.
Antonio Vega y las luces del escenario
Antonio Vega Tallés fija su residencia a cierta distancia de la urbe madrileña para convivir con las musas que le llevan a componer las más hermosas piezas de orfebrería que la música de este país ha engendrado. Tras la disolución de Nacha Pop, Antonio entregó dos colecciones en solitario, No me iré mañana y el recopilatorio de baladas El sitio de mi recreo, trabajo que le trae a Sevilla y por cuyo tema central ha visto aumentar los premios de su vitrina. Un artista de inmensa creatividad listo para extraer su jugo en esta hoy alargada sección.
–¿Quién te crees que eres?
–Un humilde compositor de canciones y escritor de cuentos.
–¿Cómo vive un compositor de canciones y escritor de cuentos en Madrid?
–Un músico puede vivir de muchas formas en Madrid: en los extremos de la popularidad o apartándose de las relaciones públicas constantes. Si quieres entrar en el mundo de la fama, su juego puede ser desbordante, y yo, en particular, vivo de forma tranquila y me mantengo al margen de todo eso.
–¿Por qué pasaste de escuchar música a hacer música?
–Todavía no sé muy bien por qué di ese paso. De un día para otro me vi con una guitarra en la mano y queriendo sacar sonidos de ella. Además, la música significaba mucho en mi vida emocional y en mis ilusiones, y de alguna manera era una forma de realizar mis sueños.
–¿Cómo se te quedó el cuerpo después de componer Chica de ayer?
–La verdad es que pasó inadvertida. La compuse en el año 77 mientras hacía la mili en Valencia, y se quedó ahí, como una cancioncilla más. ¿Cómo me iba yo a imaginar que se iba a convertir en un clásico del pop español? Supongo que el cuerpo se me quedó relajado.
–¿Qué dejaron los estudios de arquitectura en tu vida?
–La arquitectura, aparte de apasionarme como arte creativo, me proporciona una visión muy clara de algo que me gusta mucho, como es la astronomía. Tener una visión arquitectónica te hace entender mucho de lo que pasa por el cosmos.
–¿Qué sientes cuando subes a un escenario?
–Siento unos nervios que no llegan a ser desagradables y, sobre todo, unas ganas enormes de que el concierto vaya por la mitad. Ese es el momento más álgido, una vez que ya has roto el hielo. Tú estás caliente y el público, si se va a entregar, ya lo ha hecho.
–¿En qué lado del negocio musical se vive mejor?
–En el lado del artista. Es una cuestión de carácter. Yo no podría manejarme con soltura en el lado del dinero y del negocio. Intento mantenerme al margen de esas cuestiones, porque no coinciden ni convergen con mi forma de pensar y de hacer.
–¿Qué es una canción de Antonio Vega?
–Probablemente sea una especie de cuadro impresionista que frase a frase construye un ambiente y una filosofía propios. Es como un autorretrato.
–¿Qué te tendría que ocurrir mañana para que fueras el tipo más feliz del mundo?
–Que me dijeran que pasado entro en el estudio para grabar mi segundo elepé, que tengo ahí las canciones esperando una fecha.
–¿Qué dejarás en herencia?
–Espero que sea mi contribución y mi aportación a la historia de la música. Si realmente ha sido una alternativa que ha podido llegar a significar un elemento imprescindible dentro de la música española, yo me sentiría muy orgulloso.
–Hazte publicidad.
–Antonio Vega for president.
–Hazte una crítica.
–A ver si mañana puedo levantarme antes de las 12.
«Soy muy hijo de puta conmigo mismo. Me he mirado muchas veces al espejo y me he insultado. Me he dicho: te partiría la cara si no me tuviera que partir yo antes la mano»
–¿A qué público te gustaría seducir?
–Me gustaría seducir, desde el escenario, por supuesto, a todos los que se pongan ahí delante. Quiero conquistarles e invitarles a volver en otra ocasión.
–¿Qué disco gasta la aguja de tu tocata?
–The Nightfly de Donald Fagen.
–¿Cuál es tu verdad oculta?
–Me fumé por primera vez un porro y me bebí una caña con 22 años.
–¿Quién te da de comer?
–El escenario y mis canciones.
–Una receta para curar el mundo.
–La autoestima y un poco de humildad.
–¿Qué es lo mejor y lo peor del pop español?
–Lo mejor es la gracia que puede llegar a tener como movimiento musical y social, lo indicativo que puede ser de las ganas de la gente de hacer cosas. Lo peor es que también es un vehículo para que la gente se trague mucha mierda.
–¿Qué falta por descubrir en el rock?
–Creo que todo lo que queda por descubrir en la vida y en el mundo se puede expresar en un lenguaje rock. Todo lo que el ser humano descubra en cualquier campo puede significar un motivo más para el rocanrol.
–¿La madurez es enemiga del compositor?
–Las personas maduran. La escuela de la vida es para todos. Con la edad adquieres más conocimiento de las cosas, eres más cabal, aprendes a ser crítico contigo mismo y se perfila con más claridad una forma propia de hacer música. Yo ya no voy corriendo, pero mis pasos son más firmes. Es fantástico: avanzar en la vida, evolucionar, ver que el bienestar de tu vida se ve reducido a pequeños detalles.
–¿Detalles?
–Soy muy hijo de puta conmigo mismo. Me he mirado muchas veces al espejo y me he insultado. Me he dicho: te partiría la cara si no me tuviera que partir yo antes la mano.
–¿Te encuentras a ti mismo como baladista?
–No. Yo aprendí de una guitarra eléctrica nerviosa, corrosiva y tensa. Comencé con gafas negras y pegando guitarrazos. Me gustaba Wilco Johnson, que tocaba sin púa, dando golpes con la mano en las cuerdas. Las baladas vinieron después como un elemento más, pero así como puedo sentarme en una banqueta y hacer El sitio de mi recreo puedo también atronar con una guitarra tocando Lo mejor de nuestra vida. A veces es necesario reducir las luces y quedarme solo en el escenario.
–¿Se pueden vender discos y tener la conciencia tranquila?
–Eso depende de la educación de la gente, de que compren la música más o menos accesible. Yo espero vender una cifra importante de discos y, por supuesto, no pienso ceder ni un milímetro a la dignidad o a la falta de honestidad en el trabajo.
–¿El éxito ha hecho de ti otro artista? ¿Te ves como un mito?
–No, en absoluto. He visto muchos amiguetes que empezaron conmigo a los que la historia de la popularidad les ha envenenado hasta el punto de que hoy te encuentras con gente extraña que antes no lo era. Por ello, es difícil jugar con esos dos papeles, el de la popularidad y el de la vida íntima, sin mezclarlos, y saber dónde acaba uno y dónde empieza el otro. Yo tengo el respeto de los demás, pero no me siento en absoluto un mito, huyo de eso. Reivindico mi condición de ser humano, de individuo normal. Si el artista se considera a sí mismo un mito da un paso hacia la esclavitud.
–¿Quién hace mejor música en España?
–Ignacio Campillo (Tam Tam Go!), Manolo García y Quimi Portet (El último de la fila), y muchos músicos de los 80 ya maduros. Faltan grupos relevos.
–Recuerdos de Nacha Pop.
–Es algo precioso que viaja y vive conmigo. A veces pienso que soy la única persona en el mundo que ha conocido la verdadera intensidad de un grupo pop: la responsabilidad compartida, la ausencia de líderes… Lo recuerdo como el grupo perfecto. Ocurrió que a fuerza de pretender equilibrar la balanza dentro de la banda –nuevo álbum, cinco canciones mías, cinco de Nacho–, lo que antes era compatible acabó siendo incompatible.
–¿Qué oiremos en tu tercer elepé?
–Temas con un duende mágico paseando, acompañados de guitarras eléctricas, a veces un poco frenéticas. Procuraré que haya un equilibrio, igual que en No me iré mañana.
–¿Qué es lo primero que harás cuando seas un compositor de joyas pop?
–Comprarme un cuaderno para poner ahí todas mis letras.
Texto: Quico Pérez-Ventana
Publicado en El Correo de Andalucía el 11 de junio de 1993
…Y su música
El sitio de mi recreo
Lucha de gigantes
Chica de ayer (su primera actuación en tv, 1980)
Una décima de segundo
Esperando nada
Persiguiendo sombras
Una auténtica joya, Quico. Alcanza un valor sentimental y documental importante. Dentro de un siglo será leída por tus tataranietos y sentirán lo mismo que tú al leerla de nuevo tras años en un cajón de tu escritorio. Tuvo que ser un gran tipo, ¿verdad? Era autocrítico y a la vez tenía el punto de vanidad de los genios. Leyendo la entrevista me ha recordado al Niño de Marchena, pero mucho menos vanidoso. Felicidades, hermano. Y a ti también te felicito, Antonio Vega, que tenías nombre y apellido de cantaor de Triana. Donde quiera que estés, sigue siendo tú mismo.
Pues sí, Manolo, era un gran tipo. Injusto consigo mismo, como todos los genios. Qué te voy a contar. Y con ese puntito de vanidad del que se sabe hacedor de algo grandioso, en su caso una supercanción que muchos persiguen durante toda una vida: Chica de ayer. Y otras tantas enormes. Como con nuestro rockero Silvio, cuesta entender por qué algunos artistas grandiosos se castigan con tal virulencia. Porque si eres inteligente lo eres para todo, ¿no? Para crear y para no querer vivir tan deprisa.
Podría haber contado otras vivencias que tuve con él. No, esas me las guardo para siempre. Hermoso tu comentario. Gracias, señor.
Qué impresión leer la entrevista. Creo que he leido pocas de Antonio Vega y me lo imaginaba mucho más perdido y menos centrado por la época en la que hiciste esta. Da más pena aún que se fuera. Y felicidades por haber podido charlar con él un rato. Yo no me atreví en las ocasiones que coincidí con los Nacha Pop, me limité a hablar con Carlos, supongo que por aquello de que los bajistas nos llevamos bien entre nosotros.
Martín, un honor que te asomes por aquí. Creo que debes sentirte aludido, porque tú también eres una de las personas que han conocido la verdadera intensidad de un grupo pop, como decía Antonio. Grupazos, de hecho, que aún me seducen desde el itunes cada jornada laboral: Tiernos Mancebos, Las Balas, ahora Maleso. Exquisitos.
Gracias por tus palabras. Fuerte abrazo.
Grande, Quico
Pasan los tiempos. Sólo los genios quedan y nos alegra el recuerdo aún candente de sus ingenios. Lo demás solo se marchita en la nostalgia. Qué tremenda suerte aquellos que tienen la dicha de respirar el mismo aire que ellos y, por un instante, quedarse prendidos en un pensamiento, en una pincelada, en un reflejo, en una excentricidad. Porque si algo admiramos de quienes han rozado la excelencia vital es esa sabia capacidad de hacer justamente lo que no se considera correcto. Me hubiera conformado con cinco minutos para disfrutar al límite de una conversación con Antonio Vega, intentando adivinar más allá de sus palabras, en aquel espacio donde se aloja lo que él nunca hubiera contado en voz alta,
Afortunado tú, amigo Quico, con tan hermoso encuentro.
Querida Carmen:
Desde pequeño –y esta entrevista la hice muy jovencito, de ahí alguna que otra pregunta ciertamente inocente– desarrollé una extraña habilidad para que la gente se sincerara conmigo. Supongo que eso no tiene nada que ver con ser periodista. Por eso nunca admiré a los grandes intérpretes, sino a los grandes autores, aquellos que bajo el escenario se defendían aún mejor. Antonio se sentaba frente a mí con cada uno de sus discos y sabía que no iba a hablar de lo mismo que en la entrevista que había hecho un rato antes. En marzo de 2005 visitó mi oficina de la Plaza Nueva, donde coordinaba la revista nacional de Los 40, para hablarme de su séptimo disco, «3.000 noches con Marga», dedicado a su compañera recién fallecida. Las tareas promocionales ya eran más fatigosas. Ya no hablábamos de arquitectura y astronomía. Una de las canciones de aquel disco decía «hoy me han dicho dos o tres lo que debo hacer / un día y otro la misma charla otra vez». Al terminar la entrevista le acompañé a la calle. Solo diré cómo iba yo: hundido. Acababa de vivir una experiencia brutal. Allí, frente a la tienda de Loewe, estreché su mano y me despedí con un sucinto «cuídate, amigo». Cada una de esas dos palabras era solo una forma de hablar. Y sí, era verdad. Al final las palabras dejaron sitio a los silencios y todo cobró sentido.
Hermosísima tu reflexión, como siempre. Un beso enorme.
Excelente.
Llevaba tiempo sin entrar en tu blog. He tenido unos meses tremendos de trabajo, ya nos pondremos al día en la exposición si finalmente podemos sacar un ratito para nosotros y te contaré con detalle. Pero vamos al comentario de tu entrevista que es lo que importa ahora…
Sacaste un buen partido a la entrevista, se masca el carácter del entrevistado y consigues que sin conocerlo entendamos mucho de su personalidad. Ya te imagino en la terraza, con la cara apoyada en tu mano y el índice apuntando a la sien derecha de tu perfilada cabeza (por entonces más perfilada…) y con esa mirada ávida de curiosidad e información, característica del perspicaz periodista que eres.
En general, no tiene desperdicio y además nos trae a todos los de nuestra generación recuerdos irrepetibles, de una juventud llena de amistades y de sueños que acompañábamos con la música de los 80, a la que Antonio Vega, como otro gran Antonio, Flores, contribuyó con pasión, que creo que es la verdadera esencia de estos genios “atormentados”.
También genial la dedicatoria que, leída entre líneas y a toro pasado, parece un trágico prefacio.
Un gran abrazo, enhorabuena por tu trabajo y con el cariño que lo compartes con todos nosotros.
Hasta muy pronto.
Juan Carlos
«Leída entre líneas y a toro pasado, la dedicatoria parece un trágico prefacio». Tremenda reflexión, Juan Carlos. Aunque lo cierto es que a Antonio nunca le entenderemos del todo, porque nunca habrá silencio. Estuve buscando en youtube algunos vídeos para enlazar al final del texto. Tras ver sus actuaciones pensé que era como si el chico triste y solitario aún viviera por ahí perdido en la periferia capitalina. Es solo que ya no le gusta que los focos del escenario brillen con tanta intensidad.
Citas a Antonio Flores. Es curioso. Siempre que me preguntan qué artista de este país me cautivó más ante el micrófono no pienso en Josele Santiago, Hilario Camacho, Antonio Arias, Santiago Auserón, Loquillo, Jorge Martínez (Ilegales), José Ignacio Lapido o Jaime Urrutia, por nombrar solo a algunos que me cautivaron sobre el escenario. El artista que más me enamoró fue el hijo de Lola Flores. Allí estaba él para derramar amor a espuertas. Y allí estaba yo para escucharle.
Por cierto, Hervás, esta misma noche pasaré por El Tejar (San jacinto) para degustar tu exposición del Puente de Triana. Si estás por allí te encantará conocer a mi amigo Manolo Bohórquez. Abrazo asín de grande.
Las cosas no se valoran lo suficiente hasta que se pierden o, como esta gran entrevista, hasta que pasa el tiempo necesario para que, lo que era carbón, sea ahora un diamante inigualable.
Quico, eres un privilegiado y seguramente yo lo soy más por tenerte como amigo, un abrazo.
Lo mismo digo, Ángel. Que lo seamos aún más. Y para siempre.
Esta mañana me he llevado una sorpresa muy agradable. Me ha llamado una periodista de Madrid, Paloma Concejero, que está montando una película/documental sobre la vida de Antonio Vega con un hermoso título, «Tu voz entre otras mil» (http://www.facebook.com/antoniovegadocumental), y me ha pedido las cintas de mis entrevistas. Un servidor, que en términos de crítica musical era lo que se llama «periodista de provincias», escribe sus reflexiones pensando que no se leerán más allá de Dos Hermanas y ya ves.
¡Enhorabuena por el asunto del documental, Quico! Después de leer tu artículo me he dado cuenta que escuchaba mucho más a Antonio Vega de lo que pensaba. Canciones como “Lucha de gigantes” o “El sitio de mi recreo”, que no sabía que eran suyas, están en mi lista de reproducción habitual, aunque interpretadas por otros grupos como Love of Lesbian o Marlango.
Ya ves, Juan. Era él. Siempre lo fue. Bendito tú que has escuchado las versiones decentes. Y no puedo leer más porque Enrique Iglesias me está mirando.
Creo que deberías compartir aquí esas entrevistas con Antonio, Quico. De Antonio conocemos su obra, lo más importante, pero cuánto agradecemos escucharle o leerle en voz alta esas reflexiones suyas tan auténticas. Los que somos muy de Antonio Vega nos encanta descubrir cualquier rastro que el genio dejó, por pequeño que fuera, más si acaso en este tipo de entrevistas en las que se aprecia su verdadera personalidad y esa facilidad innata que tenía Antonio que dejar su esencia a todo aquel que se acercaba..
Gracias por acercarme un trocito más de ese Antonio.
Gracias por tus palabras, markynight. Pues sí, yo era uno que se acercaba. Otro más. En mi caso con acento de por ahí abajo. El interés de este documento puede ser su fecha. El autor iniciaba con enorme ilusión su carrera a solas, que le daría aún mayor rédito que sus pasos primigenios. Definitivamente no hacían falta grandes artes para que descorriera de par en par las cortinas y entrara la luz a manos llenas.
Genial tu canal de youtube, amigo. Porque es tuyo, ¿verdad?
Sí lo es, Quico. Es curioso, jamás había subido nada a youtube, y si me cuentan hace unos años que lo primero y único que iba a publicar serían algunas canciones de Antonio Vega no daría crédito. Soy muy melómano, mucho, pero antes de llegar a Antonio me he educado con los clásicos, desde The Beatles a The Doors, de Led Zeppelin a los Stooges. Por una cuestión de edad el grunge me atrapó y me sacié de Pearl Jam, Alice In Chains, Mudhoney o Nirvana. Sucumbí al punk de bandas como Bad Religion, NOFX o Pennywise y casi todas las de la costa oeste yankee que practican un punk melódico que aún hoy me hace dar saltos sin parar. Más cerca, mientras Antonio publicaba sus álbumes, yo descubría a Extremoduro, Sex Museum y Lagartija Nick. Cualquiera de estas bandas, a las que muchas he podido ver en directo, las habré escuchado más que a Antonio. Y, sin embargo, le escojo a él para publicar unas cuantas canciones suyas..
A eso me refería en mi anterior comentario. La capacidad de asombrar y dejar boquiabierto a quien se cruza en su camino. Su música elevada a otro nivel, la palabra adecuada, el fonema perfecto. La textura de su voz, el halo de su mirada, la tragedia asimilada, su poesía musicada.. No alcanzan las palabras para describir su magia. Es entonces cuando habré de ocuparlas con silencios. Seguro que así todo cobra sentido.
Salu2.
«La textura de su voz, el halo de su mirada, la tragedia asimilada, su poesía musicada». También veo que te has educado en la escritura, markynight. Apostaría a que es tu pan. O al menos debería serlo.
Yo sí me eduqué con la generación de Antonio Vega, pero eché los dientes con Triana. Una pena que mis años de reportero musical no fueran coetáneos de Jesús de la Rosa. Seguro que también era un compositor de vasta cultura, que al final es lo que diferencia a unos de otros.
Hay que tener buen gusto y ser un magnífico profesional para manejar una conversación tan especial con un personaje tan entrañablemente difícil… Bendito sea el mensajero.
Muchas gracias por deleitarnos con experiencias tan desiguales y felicidades por tu sensibilidad y buen hacer. No permitas que nada ni nadie cambie ese rumbo.
Gracias, Manuel. Más allá del mensaje transmitido, ¿sabes en qué no he tenido buen gusto? En mostrar aquí el autógrafo de Antonio Vega. Primero, porque es algo privado. La vida privada no se muestra, y ni se pregunta ni se contesta sobre ella. Y segundo, porque en el periodismo sobran entrevistadores pidiendo autógrafos a entrevistados. Es realmente poco elegante, incluso decepcionante. De modo que me sabe mal haber escaneado ese garabato. Espero que la magnitud de esa frase, su interpretación profesional, compense mi gesto vanidoso.
Una vez le pedí un autógrafo a Hilario Camacho. Lo hice en la cuarta o quinta ocasión que me senté frente a él, y créeme, admiraba su obra tanto o más que la del mejor creador de este planeta. Le aclaré que no era para mí, sino para mi hermano Beto, que era arquitecto y estaba a punto de casarse. “Alberto, espero que construyas tu relación sobre sólidos cimientos”, escribió. No sé, quizá podría traer aquí algunas reflexiones que compartí con aquel otro arquitecto de sueños.
Magnífico! Tuvo que ser un personaje peculiar, que en paz descanse, y si reconozco que no era muy seguidor de su música, creo que en la distancia del tiempo le doy más valor. Recuerdo muy gratamente un concierto de Loquillo en Cartaya creo, en el que los Nacha Pop iban de teloneros (año 88 u 89 sería….ufff)
En todo caso, vuelvo a leer la dedicatoria que te hizo, y me quito el sombrero (o la gorra) y me callo.
Una curiosidad, ¿la terraza era el Líbano?
Un abrazo.
Andrés, supongo que tú siempre fuiste más rockero. De hecho Antonio Vega expresaba en sus entrevistas su querencia a las guitarras “nerviosas, corrosivas y tensas”. Parecía ruborizarse al ralentizar el tiempo. Pero sin duda era cuando mostraba lo mejor de sí mismo. El rock también es eso.
Estos días he vuelto a oír las cintas de nuestras charlas, las he pasado a mp3 para enviárselas a la periodista que está dirigiendo el documental de su vida. Cuando Antonio me decía aquello de que se partiría la cara ante el espejo se hacía un silencio que cortaba el aire. Sí, mejor nos callamos todos y volvemos a escuchar sus canciones.
Quico,
Reencontrarme contigo el sábado pasado me ha animado a visitar tu blog. Me ha encantado encontrarme con tu entrevista a Antonio Vega, pocos comparten con él mis preferencias musicales. Su último disco, el póstumo que han sacado este año, es muy especial para mí, mucho.
Tardé en descubrir a Antonio Vega. La primera vez que escuché “El sitio de mi recreo” me impactó, y es una canción recurrente que vuelve a mi vida cada poco tiempo, y le doy un nuevo sentido según voy avanzando en la vida.
“Elixir de juventud” ha sido la última canción que he oído de él y que ha pasado de no tener sentido alguno para mí a ser una de mis preferidas.
Estos días ando en modo “Antonio Vega” y leer tu entrada con la entrevista me ha hecho pensar en que nada es por casualidad.
Nada.
Libres, hermosas y bien expresadas tus palabras, Rafa. No estoy muy seguro de que el gran imperio de las renovables valore esa habilidad tuya.
Sí, debe ser verdad que hay un porqué para todo. Ahora no se me ocurre ninguno para explicar el temprano adiós de Antonio Vega. En cambio pienso en muchas razones para que tú y yo nos reencontremos otros sábados en el sitio de nuestro recreo.
Muchas noches me he refugiado en su música, en la de los dos Antonios, Vega y Flores. A Flores lo conocí en el 93 en un viaje a Ibiza organizado por el Club Johnnie Walker, allí tuve el privilegio de encontrarme con él. Ya sabes, atormentada existencia, todo alma y corazón. Cuando estaba sin “magia” nadie se le acercaba excepto yo y mi pareja de entonces. De repente todo cambió. Una fueraborda atracaba en la playa de Formentera, Flores se acercó y la gente que durante todo el día le había ignorado comenzó a acercarse a él. Los dos Antonios, almas gemelas, destinos marcados por la fragilidad y la sensibilidad. ¿Qué dejarás en herencia?, le preguntabas. Quién le iba a decir que su herencia iba a ser la inmortalidad.
Un abrazo, Quico, y gracias por compartir tu obra.
«Almas gemelas, destinos marcados por la fragilidad y la sensibilidad». ¿Qué decir a eso? Pues ya lo has dicho tú. Frágiles, sensibles y, por encima de todo, inmortales.
Llevaba 30 años sin saber de ti, Jesús. El pasado sábado, en la reunión de antiguos alumnos del colegio, lo bordaste. Qué arte más grande tu relato del cambiazo. Y en la pantalla de un abarrotado salón de actos del Pabellón de España. Creo que me perdí algo durante aquellos años en Claret. Y a alguien. Fuerte abrazo, amigo.
Meto en google “antonio vega éstos son los dias de nuestra vida” y me aparece tu blog en la primera línea de resultados.
Me ha encantado, y me ha dado la oportunidad de volver a leerte.
Un abrazo, Quico.
Hola, Quico.. Qué tal todo? Me acordé de ti tiempo atrás cuando conseguí una entrevista inédita realizada a Antonio por Paloma Concejero, como bien sabes la directora del recientemente estrenado documental sobre Antonio “Tu voz entre otras mil”. Tal vez la hayas visto a estas alturas. Era una de las recompensas que el equipo del film obsequiaba a los mecenas que colaboramos en la campaña de crowdfunding para terminar de financiar el proyecto. La entrevista no tiene desperdicio y me apetecía compartirla contigo y con quien quiera entrar en el enlace. La clave para acceder al vídeo es orion.
http://vimeo.com/100654525
Por cierto, un día de estos si quieres charlamos sobre el documental si has tenido la ocasión de verlo. Me interesaría conocer tu opinión personal. Y en caso de que aún no lo hayas hecho te comento que el otro día encontré una página de alquiler de películas que ya la disponía en su catálogo para alquilarla online. Si te interesa te paso el enlace.
Lo dicho, que me alegro mucho de volver por aquí y un saludo enorme.
Gracias por tu aportación, markynight. Genial el vídeo de Paloma. Sobre el documental hay mucho que comentar. Me encantaría hacerlo en persona. Tienes mi contacto en la web http://www.perezventana.es. Fuerte abrazo, señor.